viernes, 1 de agosto de 2008

La Carola

Aquí yace la más linda,

la cariñosa

la reina.

Así debía ser nomás.

Los hombres me miraban,

Las mujeres me envidiaban.

Diosa entre los puestos de fruta

sola entre miradas curiosas.

al caminar en la oscuridad de Cerro Quince.

Cerca del bar de Don Oscar y la esquina

en donde la Galaxia y la María se peleaban a los clientes.

Un hombre

-¿tení fuego?-

Su rostro se desfigura al ver el mío,

sus ojos se inyectan en sangre;

cuatro disparos en mi espalda

calmaron su ira.

Seis metros bajo tierras baldías

sepultaron mi dignidad.



Nunca me olvidarán.

Hasta me proclamaron "Milagrosa".

Un diminuto altar

en el lugar donde sucumbí

reemplazaba mi cuerpo

junto a imágenes, velas

y un Cristo

Sí, Cristo: el mismo que me envió

a vivir encerrada en un cuerpo erróneo

y me obligó a convivir

entre

INFIERNOS.

0 comentarios: