Un día Oropélida decidió tirar la casa por la ventana. Varios vecinos murieron bajo el peso de las cacerolas. Y cuando lanzó el lavarropas se derribó un pino sobre una casa. El barrio fue declarado en emergencia.
Oropélida se salvó de ir a la cárcel alegando problemas psicológicos pero nunca escarmentó.
Nadie se explica por qué en días de luna llena aparece en la vereda un trapito rejilla
nuevo.
Yo vi una noche a Oropélida inmersa en su rito:
se perfuma despiadadamente
desnuda, sale al balcón
mira sin mirar
tira algo
propio o ajeno
(si es querido mejor)
cierra los ojos para no sentir vértigo
y se ratifica que
ningún acto de amor
es posible.
viernes, 25 de julio de 2008
Publicado por Gimnasio poético en 22:29
Etiquetas: Selva Dipasquale
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