viernes, 25 de julio de 2008

DEL LIBRO “LA PERVERSIÓN” (inédito)


Una madrugada, mientras transitábamos una ruta cordobesa, Pupé y Oropélida convocaron a un gran genio mono.
El genio era muy bueno y se divertía con nosotros. Levantaba torpemente en el aire, con sus garras peludas, el cochecito en el que íbamos.
Concedía
todo lo que le era pedido.
Aunque Pupé estaba realmente asustado, como es muy respetuoso, no decía nada y dejaba caer los párpados cuando el genio lo miraba. En cambio Oropélida no paraba de pedir incluso en otros idiomas. Se había puesto un bonete y los miembros de su cuerpo terminaron enredándose con sus propias palabras, convirtiéndose en una araña verde venenosa
pero graciosa.
Así seguimos durante días en ese vaivén y yo no hacía más que vomitar.
Gracias al genio conseguimos tener un Citroën azul, uno rojo y uno amarillo.
Hasta que un día comenzó a llover y Oropélida a reclamar en sueños, debajo de su baba transparente, autos y más autos.
El genio, que era alérgico y sensible, se deprimió y como ya no podía responder, salió corriendo bajo la lluvia y en un arroyuelo cordobés se suicidó.

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