Que nada nos mire.
Que nada nos vea.
Que nada nos toque.
Que nada nos mire.
Que nada nos vea.
Que nada nos toque.
Que nada nos mire.
Que nada nos vea.
Que nada nos toque.
Que las cabezas de los vecinos
caigan.
Que los vecinos no tengan cabeza.
Que las cabezas de todos los vecinos se sienten a la mesa.
Que todas las cabezas se amen y hablen de mí.
Que sólo coman dulce de naranjas
amargo
y un ají
picante.
viernes, 25 de julio de 2008
Publicado por Gimnasio poético en 22:28
Etiquetas: Selva Dipasquale
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